top of page
Buscar
  • Foto del escritoraimée giselle

¿Hasta cuándo?

No hay nada que me haga sentir más vulnerable o desprotegida, que día tras día actualizar mis redes sociales y darme cuenta de todo lo que acontece en mi país. No tanto en lo económico sino más bien en lo social, y esto, a mi entender, es asunto de todos.


Yo, particularmente, soy partidaria de la igualdad de género, y no como algo teórico y abstracto, si no más bien como algo aprendido. Y, lo de aprendido lo digo porque entiendo que esta problemática empieza desde casa, desde lo que percibimos al ver a papá y a mamá relacionarse, de aquello que pensamos sobre los estereotipos de género, hasta algo tan simple y humano como es poner de manifiesto nuestras emociones.


Desde el momento en que nacemos nos eligen un color, al parecer existe uno para cada género, también un deporte, entendiendo que los chicos son más ágiles y fuertes y las chicas más débiles y sensibles, o hasta se nos asignan ciertas tareas del hogar donde usualmente, o en la mayoría de los casos los chicos no participan, por ser roles que “no les pertenecen”.


Y en esta simpleza, tras la acción de educar, es donde radica todo lo que actualmente nos sucede como sociedad, donde las mujeres se sienten menos capaces, menos valiosas, con menos oportunidades que los hombres y en la mayoría de los casos se estiman muy poco a sí mismas. Por el contrario, los hombres se perciben con el poder de manejar cada una de estas debilidades que desde pequeñas se refuerzan, y omiten algunas otras que pudieran sentirse en la libertad de manifestar, pero por el simple hecho de ser hombres o más bien de ser educados bajo ese lema, no lo hacen notar.


No obstante, y refiriéndome a lo que considero igualdad, yo necesité del cuidado y cariño de mi padre, igual como requerí el de mi madre. Hice deportes y los disfruté igual que los chicos de mi clase, y mi padre no fue menos hombre por demostrarme su cariño y jugar muñecas conmigo, ni mi madre poco valorada por permitirme hacer deportes y apoyarme cuando así lo necesitaba.


Pero lo que había visto en casa no fue lo que vi cuando me tocó hacerme consciente de tal realidad al vivirlo formando parte del equipo de trabajo de un centro penitenciario con mujeres que estaban sometidas a círculos notables de violencia, y que además de todo eran excluidas socialmente por defenderse, por ser diferentes, por despertar de una realidad en la que estaban sumergidas, por ponerse de pie, por no callar, por ser mujeres de expresiones fuertes y cambiar un poco el estereotipo de débil y sumisa con el cual se nos ha etiquetado.


Que tristeza saber que como mujeres, dependientes de una sociedad machista, se nos castigue por algunas conductas sociales, y por el contrario a los hombres se les permitan las mismas. Simplemente por creencias, por asuntos de estereotipos o por nuestra propia cultura. Que penoso es ver desde fuera mi país, pensarlo desde fuera, sentirlo desde fuera… ¿hasta cuando?.




276 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page